Ecología de Sistemas Humanos

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ECOLOGIA INFANTIL Y MADURACION HUMANA

Un análisis desde la orgonterapia post–reichiana

Maite Sánchez Pinuaga y Xavier Serrano Hortelano

   

Capítulos

Intro

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Apend

  

      

CAPITULO X

“CONCLUSIONES EXPERIMENTALES DE LA FASE ORAL”

INTRODUCCION

 

            Veamos algunas conclusiones extraídas a partir de la aplicación de la teoría orgonómica al trabajo de la profilaxis y la autorregulación infantil, a lo largo del desarrollo (en el recién nacido–bebé– niño/a), de la oralidad primaria y secundaria.

El estudio de la oralidad, conocida como la fase sexual que propugna el Psicoanálisis, se torna, sin embargo, más compleja a la luz de la Orgonomía, que contempla el acercamiento a la salud del niño, a través de la propuesta de "Autorregulación Energética" y no de la "normalidad" (viejo concepto nacido a la sombra de la patología).

La investigación sobre el niño sano iniciada ya en los años 40 por W. Reich, Ch. Rafael, M. Silvert, entre otros, en Maine, fue la primera aproximación seria al estudio del desarrollo de la autorregulación infantil, enfrentado al proceso de enfermedad degenerativa, típica del organismo acorazado (y que encontrábamos tanto en los sujetos llamados normales –no por ello sanos– como en los sujetos sintomáticos). Pero el trabajo y la investigación sobre el desarrollo de la oralidad, próxima a la salud, había quedado poco estructurado y definido. Teniendo presente lo que anteriormente hemos expuesto en este libro respecto al concepto de salud. (ver Raknes, 1986)

 

RESULTADOS DE LA OBSERVACIÓN DIRECTA DEL DESARROLLO AUTORREGULADO A LO LARGO DE LA FASE ORAL PRIMARIA Y SECUNDARIA

 

Como siempre, es la experiencia clínica la que nos acerca al conocimiento de la base primitiva (infantil, familiar) de los trastornos que conducen a los sujetos a nuestra consulta, y es el trabajo y la investigación llevada a cabo con el seguimiento del desarrollo desde la vida intrauterina hasta la resolución edípica, lo que nos reasegura y nos confirma en el optimismo de la profilaxis de dichos trastornos. Nos centraremos, por el momento, en las observaciones experimentales que nos hacen defender, cada día con más firmeza, la teoría que postula la ES.TE.R., en relación a la necesidad de continuidad del placer oral a lo largo de la oralidad primaria y secundaria, como forma de garantizar un acceso positivo, funcional, a la genitalidad infantil, sin fijaciones orales significativas en cuanto a la constitución del carácter y la coraza muscular del sujeto.

Todos los niños/as que han encontrado disponibilidad para desarrollar su placer sexual oral, sin limitaciones culturales dominantes, han coincidido en el siguiente proceso secuencial (con variaciones + mínimas):

 

En la oralidad primaria

 

A) La secuencia de 0–6 meses, se caracteriza por mamadas muy frecuentes, donde resulta casi imposible definir los tiempos. Se observa una gran disparidad con las afirmaciones pediátricas clásicas (mamadas cada tres horas, durante diez minutos en cada tres horas, durante diez minutos en cada pecho, etc.).

Más bien el recién nacido reclama "el contacto" con la madre de forma casi continua (con intervalos variables de sueño que es vivido, asimismo, más tranquilo y placentero si tiene lugar, cerca del cuerpo de la madre) y dicho contacto, por el momento, (ya que el recién nacido no cuenta con una diferenciación yo–no yo), tiene lugar a través de la relación boca–pezón de la madre, como forma de garantizarle la sensación de fusión y autointegración. En este período del narcisismo primario, resulta siempre dañado su biosistema (que aún se está estructurando a niveles biofísicos, y no cuenta con la posibilidad de elaboración psíquica) ante la vivencia de una oralidad marcada por la ausencia de contacto (seno o biberón ofrecido de forma mecánica), la dispersión del punto de referencia (biberón ofrecido por cualquiera), y/o las limitaciones e imposiciones a su ritmo natural de obtención del placer y la seguridad, que extrae de dicho contacto vivo (energético) con la madre.

La observación de niños atendidos siguiendo la teoría de la autorregulación infantil, nos demuestra como, a lo largo de este primer período de oralidad, el bebé se va regulando solo, en cuanto al sueño, a la demanda de ser cogido, a su necesidad de succionar el pecho, su mano, la mano del que lo coja, etc., su encuentro con los elementos y la tendencia a manipularlos, conocerlos, que necesariamente pasa por introducirlos en la boca.

B) El bebé continuará hacia la vivencia de una segunda secuencia (6–12 meses) dentro de la fase oral primaria. A lo largo de la cual, continúa regulándose en dirección a una mayor autonomía. Ya come alimentos (frutas, papillas, etc.) y conoce la diferenciación entre él y su madre, incorporando día a día más relaciones que le estimulan y le dan placer.

Su placer sexual viene representado, aún, exclusivamente por la relación oral con el pecho, así pues, ahora, queda más diferenciada ya la función nutricia de la sexual. Seguirá bebiendo leche en la succión, esta leche cálida, dulce y "buena" le seguirá colmando, pero es sobre todo la succión, que produce a la vez estimulación placentera y respuesta de la madre, la función que crea el potencial energético (sexual madre–hijo) que facilita la carga y descarga orgástica oral, fuente de su gratificación sexual oral, y consecuentemente, de la paulatina definitiva estructuración del segundo segmento (de los 7 que describió Reich).

La aparición de los dientes, que para autores como: Aberasturi; M. Klein; F. Doltó, etc., vendría a significar la inminencia del destete, no representa, en cambio, desde nuestra teoría y nuestra práctica real, ninguna modificación esencial en cuanto a la calidad de la relación sexual oral que el bebé sigue desarrollando sin variación (a pesar de los dientes). Para muchos autores psicoanalíticos este hecho biológico supone la entrada en la fase oral sádica o canibalística (siendo la anterior oral de succión) consistente en devorar, morder alimentos... y ven en este suceso la clave para mantener la necesidad de abandonar el pecho. Si además hay que ser coherentes con la de Freud, necesaria para que el niño–a evolucione, la conclusión es –y la vemos justificada en diversos autores psicoanalíticos– que el destete se dé a los seis meses aproximadamente.

Otros autores, como Winnicott resaltan, por ejemplo, que el comportamiento del niño de dejar caer los objetos (que aparece ya entre los 6–9 meses), simbolizaría su preparación para la separación de la madre, lo que supondría el destete .

Todo ello, a la luz de la teoría de la autorregulación, que postulamos desde la Orgonomía, pierde sentido. Es el adulto condicionado cultural y emocionalmente, que interpreta, decidiendo acerca de la significación y falta de significación de la relación oral del bebé. Una vez más: ¡Qué poco se conoce del modo de acercarnos a la salud!

Hasta la finalización pues de los 12 meses más o menos, sigue siendo importante la constancia del respeto al ritmo de demanda oral del bebé, que oscilará mucho en este período, según el grado de tensión general acumulada, el grado de necesidad de descarga por la tensión mandibular, por la salida de los dientes, etc.

En este período, la curiosidad por los genitales, las erecciones del niño, las automanipulaciones, no presuponen, en absoluto, la genitalización de su libido, pues no ha ocurrido aún la estructuración energética de la pelvis, que comenzará a tener lugar a partir de la función del gateo y el caminar. Es a partir de ese momento, cuando las piernas (y todo el segmento pélvico) del niño/a, atraen mucha energía del resto del cuerpo, para organizar dichas funciones.

Es de destacar en nuestras observaciones de la oralidad de "Niños Próximos a la Salud", la frecuencia de aparición del orgasmo oral, descrito por Reich, y que se manifiesta del siguiente modo: expresión facial de placer, movimientos oculares y orales muy coordinados, a la vez que pequeños clonismos generales de las extremidades en un cuerpo totalmente abandonado al placer. Cierta excitación epidérmica y rojez en las mejillas, especie de ronroneo placentero y finalmente relax absoluto, sonrisa plácida.

La autora M. Ribble describe, precisamente, la observación de la excitabilidad oral en los bebés que son amamantados placenteramente y no en niños/as criados a biberón o con un "pecho frío", que rechazan.

 

Resultados de las perturbaciones en la gratificación de la sexualidad oral primaria

El grado del disturbio, la cantidad y cualidad del mismo, que variará según haya tenido lugar la combinación de los factores disturbantes y aquellos compensatorios, sentará la base para el desarrollo de lo que llamamos bloqueo oral. Que puede ser de tipo hipoorgonótico, si se trata de una seria deficiencia en la estructuración energética del segmento oral, debido a una relación nula o deficitaria, con el pecho de la madre, o si el pecho o el biberón han sido vividos sin contacto energético (ofreciendo la leche, pero sin emoción). Esta circunstancia tiene lugar en el caso de madres con núcleo psicótico o en el de ausencia de atención oral–maternal, sea cual sea la estructura materna o sustitutiva.

Será de tipo hiperorgonótico en aquellos casos en los que el estasis energético de la madre (por su deficiente regulación sexual) o exceso de ansiedad, genera un continuo aumento de carga que ésta transmite en su amamantamiento al bebé. Dicho exceso de carga energética, producido a nivel oral, dificulta también el proceso de estructuración corporal en dirección a la pelvis creándose fijaciones orales más o menos serias. Esta segunda circunstancia es frecuente en el caso de madres con una estructura de carácter neurótica.

La frustración (necesaria según los psicoanalistas tradicionales) del placer oral, de su necesidad de contacto energético boca–pezón, que ha tenido lugar antes de la finalización de esta primera fase de la oralidad humana, le confiere todo su significación a la configuración de la estructura de carácter borderline (copertura caracterial), que en palabras de Serrano: "Hace referencia a las personas que han vivido una situación disturbante durante el período neonatal, concretamente en la fase oral primaria", y de Navarro: "Caracterizado por el paso de la prevalencia neurovegetativa a la neuromuscular y donde comienza la adquisición de la identidad biológica...".            Es una estructura oral carencial, donde muy a menudo ha tenido lugar un destete brusco y/o antes de la finalización del período crítico biofísico descrito por Reich; antes del período de individuación–separación descrito por Mahler.

 

En la oralidad secundaria

 

También a lo largo de la fase oral secundaria podría hablarse de dos o más secuencias, ya que la evolución psicoafectiva del niño–a, va inseparablemente unida a la estructuración energética corporal (en dirección a la pelvis) atravesando diversos momentos dinámicamente bien definidos; pero debido a su oscilación según la individualidad de cada caso, y la flexibilidad, que ha requerido la aplicación de nuestra labor asistencial, resulta poco realista demarcarlos en meses concretos. Veamos, pues, la observación habida lugar en el desarrollo de la oralidad, en los niños de más de 12 meses y hasta 24–30–36 meses (aproximadamente).

El niño, a lo largo de todo este período que definimos oralidad secundaria, utilizará su fuente de placer oral, en continuo intercambio con otras fuentes de placer, que irá incorporando a su vida, con todo su cuerpo. Vemos cómo se hace realidad la teoría de que si no frustramos tempranamente (antes de los 12 meses de vida extrauterina), la demanda de placer oral del recién nacido y bebé se hace exigente–agresiva en lo que considera su derecho (derecho al placer = derecho a la vida). De forma que, a partir de esta edad el niño–a, que aprendió a no resignarse a perder su objeto de placer (primero el pecho, luego pecho–madre), hace cada vez más difícil que se le imponga un límite con el que se le diga "NO" (a su necesidad de succión). Así pues observamos cómo:

– En la vivencia de completo respeto a su ritmo e intensidad de demanda, el niño responde, regularmente, con una tendencia a la disminución de la succión del seno (que, sin embargo, no es precipitada, pudiendo extenderse otros dos años y a veces algo más) y al aumento de búsqueda de placer corporal, en un primer momento más de índole motriz (descubre infinitas formas de movimiento y éste le reporta placer y descarga de tensión) y poco a poco se torna más genital.

En la entrada en los dos años, cobra especial importancia la figura del padre, que es el principal favorecedor del "destete" paulatino, funcional (en términos energéticos) y aceptado, con su "secuestro" amoroso y estimulante, que le ayuda a abrir su horizonte y desvincularse de la madre (en su función oral).

Es poco probable, al interior de nuestra cultura, la vivencia continuada e inalterable, es decir, absolutamente sana, de satisfacción de las demandas de placer oral; y muchas son las causas. Entre las más significativas y frecuentes:

a) Las limitaciones de las estructuras caracteriales de la madre y del padre, que tanto condiciona, a veces las posibilidades de amamantamiento de la mujer.

b) Las dificultades y/o compromisos laborales, económicos.

c) Las diversas circunstancias de crisis personal y social (más o menos breves), que conducen a la madre a tener conflictos, a menudo, con su propia función temporal de amamantar, etc.

Por lo tanto es inevitable y necesaria (y así lo venimos constatando) la experiencia en la que el proceso viene a ser el siguiente en líneas generales:

1) Surge una frustración (un límite, un "NO", una ausencia, una "falta de contacto", un encuentro muy impregnado de encubierta rabia, etc.): –el niño responde con rabieta, capricho–, exigencia exacerbada, posible aumento de demandas (= Necesidad de reasegurarse), cierta –aunque breve– regresión que conduce a mamar más de noche, a pegarse de nuevo a la madre. Si es a la edad en que el niño o la niña había comenzado a mostrarse genitalmente (clara señal de su estructuración energética genital pélvica), puede tener lugar un cierto abandono parcial–temporal de dicha actividad, y condensar una mayor parte de su interés libidinal en las tendencias orales.

2) Reaparece la disponibilidad, el aumento de "contacto" energético de la madre hacia su hijo/a, se vuelve a instalar en ella su sentimiento de amor:

El lactante recupera su confianza, no necesita regredir, redistribuye de nuevo sus fuentes de gratificación sexual, a lo largo de su cuerpo, continúa su proceso evolutivo hacia la genitalización de su placer. Aún la boca no ha perdido parte de su erotización, y su función de "medio de obtención del placer", pero sigue evolucionando hacia una disminución y completa desaparición en torno a los tres años.

En los casos de lactancia prolongada que conocemos, y precisamente por la constatación de esos difíciles momentos del niño/a (que definíamos antes, típicas respuestas homeostáticas ante la frustración y/o la ambivalencia ofrecida por la madre); suele ser una constante el temor, la duda de si todo va bien, la pregunta de si su hijo/a dejará algún día el pecho. La respuesta es sí, siempre y cuando confiemos (y volvamos a confiar, después de cada duda, cada crisis, cada "cansancio"...) en la autorregulación del niño, en que el lenguaje expresivo de "su demanda" es la principal y más fiable guía para ayudarnos a criarlo en dirección a su mayor salud y felicidad.

 

Resultado de las perturbaciones en la gratificación de la sexualidad oral secundaria

 

Las perturbaciones en la gratificación oral, a lo largo de este período secundario de la oralidad, establecerán la base de las fijaciones orales más significativas de las estructuras de carácter neuróticas. Así pues hablaremos, por ejemplo, de histérico/a con base oral, etc. refiriéndonos a sujetos que han podido acceder funcionalmente a la fase de resolución edípica (resolución neurótica de dicho complejo psicoafectivo), pero con la prevalencia de una insatisfacción oral, que los hace susceptibles de episodios depresivos o comportamientos orales (voracidad, actitud mordaz, dependencia exagerada, etc.) y/o anales (coleccionismo, compulsividad, sadismo), y dicho esto, queremos remarcar, que a diferencia de la teoría psicoanalítica, la fase anal –que fue descrita ya por Freud, en su desarrollo de las fase sexuales infantiles–, no tiene lugar como tal –y queda bien demostrado en la experiencia de la autorregulación–, en niños–as cuyo proceso de evolución libidinal se ve favorecido del siguiente modo:

– Vivencia del placer oral (en la succión del pecho de la madre).

– Libre expresión de la "rabia oral" (sin temor, culpa, inseguridad, angustia) ante episodios de ausencia o falta de contacto de la madre o frustraciones diversas de su ritmo, cantidad y calidad del placer.

– Nuevo encuentro placentero con su fuente de gratificaciones sexual oral, que permite al niño, recuperar su homeostasis energética y su bienestar.

Se observan manifestaciones lúdicas y de índole sexual, que tienen que ver con el aumento de la percepción de sensaciones placenteras a nivel anal y genital. Expresiones de placer (con erecciones visibles, en los niños) en algunas situaciones de juego anal, sin que estos episodios lleguen a marcar la existencia de una auténtica fase de desarrollo libidinal, y siempre en total relación con el creciente aumento de sus sensaciones de placer en los genitales.

Abordaje práctico de la profilaxis orgonómica infantil en la resolución de los disturbios de la oralidad

Puesto que, ya en el momento del parto, se inicia el período de oralidad boca–pezón (al interior de la reciente relación epidérmica), es de fundamental importancia, prestar atención a la cualidad de la relación sexual oral del recién nacido con la madre. Michel Odent habla de "la hora que sigue al parto" y otros autores como R. Carballo, Bowly, Klaus–Kenell, Serrano y Pinuaga destacamos la necesidad de respeto a la intimidad y al desarrollo de ese vínculo afectivo, esa experiencia de simbiosis de la díada madre–hijo/a, que no debe verse rota tras el parto y que se continúa y se ve asegurada con el encuentro rápido de la boca del recién nacido con el pezón de la madre (en un abrazo que implica a todo el cuerpo del pequeño). Así pues, nuestra función consiste, en esos primeros momentos, en favorecer dicho encuentro oral. El recién nacido abre los ojos y la boca, buscando su nuevo punto de fusión y de seguridad–integridad. Las caricias sobre determinados puntos (de los dos primeros segmentos), caricias diafragmático–abdominales (siguiendo su ritmo respiratorio incipiente) suscitan, de nuevo, en el recién nacido el reflejo instintivo de succión, en circunstancias en las que se ha visto modificado.

La atención temprana a la madre puede ser también ahora necesaria. Calmar su posible ansiedad o inseguridad, estableciendo con ella un contacto (basado en la sintonía con la naturaleza) de madre a madre que reasegure su capacidad de amamantamiento, que surge como consecuencia de su propia sensación de gusto de amamantar y/o abordar su propio disturbio emocional primitivo referente a su dificultad de relación oral con su madre. Tenemos que expresar aquí, que es esta una de las intervenciones que consideramos más ricas y placenteras y donde se obtienen resultados, a veces, inusitados.

En múltiples ocasiones, al nacer el hijo, se apodera de la madre un estado de desapego al recién nacido, de confusión, de temor a la maternidad, que antes no conoció, nada entonces como el cuidado del terapeuta capaz de ayudarle a recuperar su sentimiento materno: su impulso de vida hacia su hijo/a, su placer por la fusión de los dos cuerpos, su mirada, sus manos, toda su piel cambia en pocos minutos.

Las consultas de control de profilaxis serán a partir de ahí de una frecuencia variable, según el caso. Pero la experiencia demuestra que la revisión de dudas, sinsabores, sentimientos ambivalentes, y de la inercia cultural (que tan a menudo confunde a la madre y al padre) se torna necesaria a fin de asegurar la feliz continuidad del desarrollo de la oralidad primaria y secundaria.

Se observa y analiza sobre todo el "cómo" de la función del amamantamiento. La mirada a los ojos del bebé, el modo de ser cogido de modo que se sienta completamente contenido, la intimidad en que es vivida la experiencia de "dar de mamar" etc., son factores condicionados por las eventuales dificultades, crisis personales de la madre, a menudo a su vez íntimamente unidos a las dificultades, obstrucciones y crisis personales del padre, a partir de la vivencia de los propios límites, impuestos por sus estructuras de carácter y/o de los conflictos con el medio, y la ayuda profesional se torna necesaria. Ojalá algún día esta ayuda pueda ser ofrecida a las familias, de forma gratuita, en todos los Centros Públicos de Asistencia Primaria en los Servicios de Obstetricia y Pediatría.

La intervención directa sobre el bebé o niño–a es precisa cuando observamos una actitud corporal y/o comportamientos significativos de conflicto. Podemos encontrarnos con una marcada tendencia a morder o con una inhibición labial, así como con gestos y movimientos que denotan tensión occipital o de los maseteros, o bien excesiva ansiedad o irritación al mamar, rechazo del seno, etc.

Es importante ayudar al bebé a liberar su emoción, a la vez que, ayudamos a la madre a contener (=recibir de forma comprensiva y reasegurante) la expresión emocional de su hijo–a, sin señal alguna de represión. Para ello es preciso ejercer cierta presión circular sobre aquellas zonas musculares implicadas en el conflicto observado, lo cual suele desencadenar crispación, llanto de tristeza y/o rabia (acompañado de la expresión facial adecuada); damos el espacio justo para la manifestación de su emoción tras lo cual su madre le calma, le consuela comprendiéndole y dándole su amor (=aceptación que le devuelve al bebé la confianza afectiva). Los padres deben aprender a hacer posible este proceso, cada vez que sea necesario, para asegurar cotidianamente el bienestar de su hijo–a y, por supuesto, también comprender, con la ayuda del–la terapeuta, la causa que conduce a éste a necesitar ése principio de “acorazamiento” que hemos observado, para la adecuada prevención.

 

RESPUESTAS BIOLÓGICAS Y COMPORTAMENTALES DE SUJETOS QUE VIVIERON UNA ORALIDAD SUFICIENTEMENTE SATISFACTORIA

 

En los seguimientos realizados a niños/as que vivieron su oralidad en la línea de la autorregulación (hoy algunos de ellos están en la adolescencia) –se viene observando en su desarrollo general, las siguientes manifestaciones –saludables desde el punto de vista de la Orgonomía– y que tienen relación con un grado suficiente de gratificación oral, de coordinación óculo-oral (y de acceso a la genitalización de sus afectos, como consecuencia):

– Una marcada autonomía e independencia (de la madre y del núcleo familiar completo), si bien, son personas entrañables.

– Una gran capacidad de resistencia a la enfermedad.

– Expresividad agresiva (amor o rabia) no sujeta a la culpa o a la ambivalencia oral.

– Ausencia de resignación e inhibición del impulso.

– Vivencia de la alegría y la tristeza de forma coherente y acorde al momento y la situación concreta, sin dramatismos ni euforias.

– Ausencia total de comportamientos depresivos.

– Gran capacidad de conceptualización y creatividad ideativa.

– Expresión verbal madura. Ausencia total de trastornos del lenguaje y la verbalización, como consecuencia de una buena coordinación óculo-oral (conceptualización–verbalización).

– Comprensión profunda de la realidad con una buena armonización entre razón y sentimiento, en la percepción e interpretación de los hechos. Todo ello, como consecuencia de una positiva integración de los primeros segmentos: Percepción clara (subjetividad próxima a la objetividad), contacto con la propia emoción (con el cuerpo), comprensión, aceptación de la realidad.

– Preocupación por los fenómenos sociales y culturales.

– Su relación con la comida es perfectamente armoniosa con sus necesidades reales. No se observan trastornos de la alimentación (tan frecuentes en los niños/as y adolescentes, bulimias, anorexias, etc.).

– La "fase anal" como tal, está ausente en su desarrollo libidinal. Suele contar con una buena maduración sexual genital, tendente a la masturbación y al enamoramiento temprano (elección de objeto sexual).

   

   

   

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