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LibroECOLOGIA INFANTIL Y MADURACION HUMANA
Un análisis
desde la orgonterapia post–reichiana
Maite
Sánchez Pinuaga y Xavier Serrano Hortelano
CAPITULO VI“VIVIENDO EL EMBARAZOLA ORGONTERAPIA PRENATAL” La experiencia del embarazo es, sin duda, una de las más hermosas y plenas. Su inicio habrá que establecerlo en el momento mismo en que un hombre y una mujer, que se aman, expresan su “decisión de tener un hijo”. Pensamos que la sensación intensamente emotiva, cálida y alegre de “elegir” ser padres, teniendo en cuenta con responsabilidad los cambios que tendrán que afrontar, supone un serio compromiso con la vida. Amarse con ternura, sin reservas, dándose al compañero/a y compartir juntos en el abrazo genital orgástico, el deseo consciente de crear la vida de un hijo/a a quien ya han preparado un lugar en sus vidas, en su casa, al que disponen ya un buen pedazo de su amor, es sin duda la manera de empezar esa gran aventura de ser padres. “La superposición sexual va acompañada de la luminación orgonótica de las células corporales, de la penetración y fusión de dos sistemas de energía orgonótica en una sola unidad funcional. En el momento culminante de la excitación (=luminación) los dos sistemas orgonóticos convertidos en uno, descargan su energía en convulsiones clónicas. En este proceso se liberan sustancias sumamente cargadas (c. espermáticas) las cuales continúan a su vez la función de superposición, penetración, fusión” (Reich, 1949). A partir de este encuentro fusional de las dos células germinativas creando el zigoto, que irá desarrollándose hasta el embrión y luego el feto (lo que en términos globales, denominamos Organismo Humano Intrauterino –O.H.I.–), empieza la fascinante sensación de crear una vida humana. Son muchos los estudios, sobre todo psicodinámicos, realizados en torno a la experiencia del embarazo. Nos atrevemos, no obstante, a afirmar que al igual que para el estudio del desarrollo psicoafectivo del bebé y niño, los datos a estudio y, así los resultados hablan de la situación normal (=neurótica) y patológica. Con este estudio pretendemos contribuir a la tarea de establecer las bases profilácticas adecuadas que permitan la autorregulación del niño/a desde el momento mismo del embarazo Veamos, por tanto, distintos tipos de embarazo, de sensaciones y sentimientos ligados a ese estado, sus causas y consecuencias. Conociendo la situación real de la “pareja embarazada” (padre–madre), el desarrollo físico y emocional del embarazo, como experiencia bioenergética de la madre, podemos conocer además la dimensión auténtica de la vida intrauterina del O.H.I., base, o de una buena disposición psicofísica vital o de deficiencias energéticas estructurales y biopatías posteriores. EL EMBARAZO EN UN ESTADO NUEVOPor una parte tienen lugar cambios hormonales (la acción de estrógenos sobre el mecanismo de las catecolaminas y la acción hipnógena y depresiva de la progesterona) que participan en la dinámica psicoafectiva de la futura madre. Por otra, dentro de un contexto “normal”, como bien denotan serios estudios psicoanalíticos, acontecen también factores psíquicos importantes: la mujer reactiva viejos fantasmas relacionados con su fase oral y/o su propio desarrollo neonatal (regresiones, dependencia, infantilismo...), o con su fase edípica (la sensación física de tener el feto dentro puede reactivar el miedo al castigo por antiguos deseos incestuosos, así como el sentimiento de estar “completa”, no castrada). Y por último, ya desde la perspectiva orgonómica se puede hablar de que, en base al proceso de luminación, existe un quantum energético mayor en el biosistema materno, siendo la capacidad de excitación mayor y también el campo energético externo y su capacidad de contacto orgonótico. Es por ello de destacar la importancia de la propia función del orgasmo de la madre en este período, pues es precisamente la posibilidad de descarga del excedente energético por medio de las convulsiones orgásticas en el abrazo genital la que asegura su autorregulación. Y el buen estado energético–emocional de la madre es el todo para el buen desarrollo del O.H.I. Antes de continuar es fundamental establecer claramente las diferencias entre el embarazo próximo a la salud y el embarazo normal y/o clínico. M. S. Pinuaga utiliza un baremo diagnóstico, básicamente igual al utilizado ya en los años 40 por W. Reich y el equipo de colaboradores en el “Orgonomic Infant Research Center”. (Reich, 1950). Expuestas de manera breve, las siguientes serían las características que se observan en un buen embarazo: A) La mujer embarazada está cercana a la genitalidad cuenta con: – Existencia de una coraza flexible. – Respiración libre. – Buen contacto ocular, mirada móvil y brillante. – Pulsación bioplasmática positiva y capacidad de contacto. – Ausencia de bloqueo diafragmático y pélvico: potencia orgástica. – Poseedora de sentimientos cálidos y tiernos hacia su partner y su bebé deseado. B) El futuro padre cuenta, así mismo con una buena capacidad de contacto y de entrega amorosa y orgástica. C) Se cuenta con unas condiciones infraestructurales adecuadas para afrontar las necesidades del nuevo miembro familiar. Describiremos a continuación lo que consideramos un embarazo normal y/o patológico: A) Características de la mujer embarazada: – Existencia de una coraza rígida o hipoorgonía. – Dificultades de contacto o ausencia del mismo. – Mirada vacía, huidiza, fija, etc. – Respiración controlada (bloqueo cérvico-diafragmático) o reducida. – Bloqueo diafragmático hiper o hipoorgonótico. – Pelvis bloqueada, sexualidad disminuida o distorsionada. Impotencia orgástica, etc. B) Disponibilidad negativa por parte del partner por aparición de conflictos dinámicos, y límites sexuales, padre ausente o inexistente, etc. C) Condiciones socioeconómicas, médicas y familiares adversas a la llegada de un nuevo hijo/a. DESARROLLO DEL EMBARAZO POSITIVO La mujer embarazada llega a percibir desde los primeros días que siguen a la concepción, sensaciones de calor en el bajo vientre, una mayor sensibilidad en los pezones unidas a un estado de ánimo caluroso alegre y optimista. No se observan vómitos ni sensaciones de angustia, y sí de gran vitalidad, con un claro sentimiento de “esperar un hijo” previamente a cualquier análisis que lo confirme. Estos primeros cambios físicos y psíquicos contrastan con las afirmaciones del psicoanálisis al hablar de una primera fase del embarazo de indefinidas características, donde no se observan sensaciones ni cambios particulares, encarando el tema de la duda, la sorpresa y la necesidad de la constatación analítica del embarazo como algo normal. Vemos de nuevo aquí cómo lo normal es equivalente a acorazado = falta de contacto orgonótico. A lo largo del desarrollo del embarazo la mujer ve aumentar su capacidad perceptiva; así como siente espontáneamente deseos de acariciar su vientre, sus senos, de comunicarse tiernamente con su bebé. Los sueños tienen contenidos relativos al deseo de ver y abrazar a su hijo, o acerca del momento del nacimiento, en estado de alegría y fuerte emoción (anticipándose a lo que ella siente que ocurrirá poco tiempo después en realidad). Ambos, padre y madre, tienen la sensación compartida de que el embarazo y la crianza es una experiencia cuyo sentido y fuerza se extrae del deseo y la implicación de los dos. Se observa ausencia de miedo, ya sea ante la posibilidad del dolor o las complicaciones eventuales, sea debido a la llegada del nuevo hijo/a. También observamos confianza y seguridad en su capacidad natural de llevar a término felizmente su embarazo, parto y lactancia. En la “pareja embarazada” se desarrolla todo un lenguaje comunicativo interpersonal, que incluye la existencia viva y sentida del hijo (O.H.I.). El hombre, empáticamente tan cercano a su mujer y deseoso de su bienestar, llega a vivir sensaciones similares. No se siente decepcionado por el nuevo aspecto físico de su mujer, sino que al contrario la ve atractiva y llena de una vitalidad envolvente. Nos referiremos aquí a una hipótesis de Serrano, según la cual en base a la Ley del potencial orgonómico invertido, el organismo abierto y disponible del hombre se deja “atrapar” por la demanda energética de la mujer. Es atraído, como hechizado, dando más y más porque su biosistema se excita más ante el continuo despliegue energético de la madre (aumento de carga) en busca de energía. A lo largo del embarazo, pues, las relaciones sexuales no son interrumpidas, por el contrario, el deseo y la capacidad de amar y, como dijimos antes, la excitabilidad orgonómica de los dos campos energéticos (hombre–mujer) se ve aumentada y la expansión bioenergética, producto de cada descarga sexual en el abrazo genital incrementa el bienestar y la autorregulación del organismo materno, viéndose asegurado así el clima orgonótico, oxigenado y estimulante del O.H.I. – Es de destacar que la mujer suele sentir claro malestar ante situaciones de contaminación ambiental, tabaco, estrés laboral, debilidad temporal ante la constante exposición de luces de neón, etc., y se ve tentada espontáneamente a buscar ambientes distendidos, pasear por el campo, solicitar masajes a su compañero, inspirar profundamente, etc. DESCRIPCIÓN DEL EMBARAZO NORMAL Y PATOLÓGICO Puede decirse que ya desde el momento del surgimiento del deseo de tener un hijo encontramos condicionantes neuróticos y fijaciones más o menos importantes, como son, por ejemplo: el hijo como “compensación”, como forma de sentirse completa (Complejo de Castración): el niño = pene del padre, regalo de éste... en este caso el bienestar de la mujer, que puede llegar a ser exhibicionista, es más narcisista que otra cosa. Todo embarazo moviliza a la mujer en un doble registro: a) El de la carencia narcisista, el de la pérdida y su contrario, o sea, la plenitud imaginaria. Lo que Lemoine llama "Crisis narcisista del embarazo". b) El de la espera, seguido del
alumbramiento del hijo, que es un hijo imaginario del deseo infantil, y como
tal, soporte de fantasías y de representaciones obtenidos de la propia historia
de cada uno de los padres. (A.
Beetschen y F. Charvet, 1978). O es vivido como oportunidad para
mostrar sus sufrimientos masoquistas, requerir cuidados, ser tenida en cuenta,
etc. “Como su madre, ella es capaz de tener un hijo, pero esta identificación
puede ser el motivo para que se despierten conflictos que, más o menos
liquidados, han marcado el período edípico.” (A. Beetschen y F. Charvet, 1978). Realmente la labor de la profilaxis empieza ya en este momento inicial del embarazo. En este nuevo estado de la mujer acontece una desestabilización de su coraza. Se desequilibra el orden neurótico, el concepto energético funcional será este: debido al proceso de luminación (en la zona del abdomen–pelvis) de los dos biosistemas (O.H.I.–O.M.) hay una fuerte absorción de energía hacia esta zona, recurriendo a extraerla incluso de otros segmentos de la coraza muscular. A consecuencia de esto es frecuente la aparición de somatizaciones, crisis emocionales y situaciones psíquicas que estaban en la base de dichos bloqueos (orales–depresivos, fálicos, masoquistas, etc.). En el caso de la mujer con estructura psicótica, cuyo nivel de energía es siempre bajo, por lo cual el feto será hipoorgonótico, curiosamente su sintomatología psicótica disminuye, incluso desaparece, debido a que el bloqueo ocular se ve descongestionado energéticamente, al absorber energía la pelvis excitada por la luminación del embarazo. Las diferentes manifestaciones patológicas, somáticas y psíquicas que vive la mujer embarazada normal, varían según su particular estructuración muscular y caracterial. Así, por ejemplo, la existencia de una base oral desencadenará una regresión oral, tendencia al mimo, dependencia, sensación de invalidez, caprichos... Identificándose ella misma con su organismo intrauterino. (La existencia del feto le sirve para volver a ser ella misma niña.) Ante la predominancia de rasgos fálicos con bloqueo cervicotorácico y pélvico fundamentalmente, vive en su necesidad de afirmarse como mujer, hace despliegue de su orgullo característico y muy probablemente tendrá problemas de estreñimiento, vómitos, dolores de cabeza, abdominales, y todo ello como pruebas de su valor. En el caso de la mujer, con marcados rasgos masoquistas, se aprovechará el nuevo estado para recrear su comportamiento sufriente de “víctima”. Con respecto a la patología desarrollada, a lo largo del embarazo, por la mujer cuya estructuración caracterial se ha visto impedida o es muy débil (en el caso de las estructuras psicóticas) no se manifiesta por la emergencia de los conflictos psíquicos contenidos por la coraza caracteromuscular sino por su situación hipoorgonótica (anemias, abortos repetidos). La escasa energía que el O.H.I. tendrá a su disposición, en este caso, es lo que provoca que el biosistema se contraiga extremadamente, tratando de asegurarse el mínimo de energía para sobrevivir. En los primeros días del embarazo, en lugar del aumento natural de la somnolencia que favorece el descenso para una mejor anidación, puede surgir insomnio, como expresión de una extrema ansiedad. La aparición de los vómitos y náuseas consideradas como normales, vendría motivada por la ansiedad ligada a la incertidumbre y al temor. Como algunos autores mantienen: “La génesis de los vómitos está en el temor a tener un feto defectuoso (proyección del complejo de castración)” (Garma, ). “Esta ansiedad por la incertidumbre expresa el conjunto de ambivalencia entre ocupar el lugar de la madre y la sensación de realidad (no fantasía) del hijo” (R. Soifer, 1971). En el desarrollo del embarazo en que se inicia la nutrición al embrión a través de la placenta, el riesgo de aborto es grande en las mujeres que viven un rechazo más o menos consciente del hijo. Tienen su aparición conflictos internos que provocan diarrea o estreñimiento como “expresión del rechazo, le da salida a este sentimiento a través de diarreas y vómitos disociando así el rechazo del hijo al que sí desea conservar” (R. Soifer, 1971). Así como momentos de temores intensos respecto a la responsabilidad que deben asumir y a la existencia misma del hijo, que es nuevo y desconocido en su vida. Miedo a morir en el parto, aparición de sueños relacionados con el temor a que se les quite la vida (= da la vida) representado por robos, asaltos; o sueños de niños monstruosos. Aquí vemos claramente la explicación dinámica de acontecimientos que tienen que ver con la desorganización en la coraza muscular, en este caso en relación con el segmento diafragmático. Hemos observado que en pacientes con una estructura neurótica histérica el percibir los movimientos fetales va acompañado de una mayor percepción de sus sensaciones genitales, sexuales, por el incremento de carga bioenergética de la pelvis, lo cual, aumenta su ansiedad, ligada a la culpa vinculada a las fantasías incestuosas y al miedo al castigo, hipertensando, por tanto, su zona diafragmática para anular dichas sensaciones genitales. Con la consiguiente falta de oxigenación para el O.H.I. Las relaciones sexuales durante el embarazo disminuyen e incluso llegan a ser inexistentes. Surgen temores a dañar al feto. Por parte del hombre, rechazo ante el nuevo físico de la mujer, con inapetencia sexual, que encubre un claro conflicto con la propia madre, sentimientos no resueltos en relación a su propio edipo, vivenciando a su mujer como madre, y para no vivir el miedo a la castración, hipertensa el primer segmento con la consiguiente pérdida de contacto que les impide “estar” con su compañera embarazada y recibir su transmisión bioenergética aumentada, con tendencias a huidas en busca de relaciones amorosas con otras mujeres, viviendo la compañera una situación de soledad o rechazo que repercutirá en la “capacidad de dar” al O.H.I. PROFILAXIS ORGONÓMICA EN EL EMBARAZO La profilaxis orgonómica infantil es el término empleado ya por Reich y colaboradores para definir el trabajo de la prevención de la coraza en el niño, desde el periodo de embarazo. Participando completamente tanto en el plano emocional como profesional (científico) del pensamiento reichiano –”a menos que la medicina y la educación logren restablecer el funcionamiento bioenergético en la masa de la población tal que el útero no quede contraído, que el embrión crezca en cuerpos en perfecto funcionamiento, que los pechos y pezones de las madres sean sexual y bioenergéticamente vivos nada cambiará, y ninguna constitución o parlamento podrá impedirlo. No se puede imponer la libertad a los empobrecidos sistemas bioenergéticos de los niños” (Reich, 1934,b). Los profesionales de la orgonomía, interesados en la profilaxis infantil partimos, por lo que se puede deducir también de la exposición de este trabajo, de la necesidad de procurar –desde nuestra función de orgonterapeutas– el buen estado bioenergético de la madre y el buen funcionamiento psicosexual y afectivo de la “pareja embarazada” para favorecer la autorregulación del O.H.I. ASPECTOS DE LA PROFILAXIS ORGONÓMICA EN EL EMBARAZO 1.– La primera atención a la “pareja embarazada”: analizando los posibles conflictos latentes, informando detalladamente de las bases bioenergéticas de la Vegetoterapia Prenatal (término acuñado por F. Navarro, 1983, introducido anteriormente por Alberto Torres), o como, actualmente preferimos llamarla: Orgonterapia Prenatal (puesto que se incluyen, como veremos otros elementos orgonómicos, como el Or.Ac.) y de los objetivos de salud hacia los que podemos encaminarnos. Subrayamos la importancia decisiva para el buen desarrollo de este trabajo profiláctico, del compromiso responsable, por parte de los padres, de no interrumpir la dinámica orgonómica, iniciada en el embarazo, y de llevar a cabo los principios de la Pedagogía Orgonómica, a lo largo de la fase oral, continuando, durante el período de tiempo que se estime necesario, según el caso, el seguimiento del desarrollo psicoafectivo de bebé. Se tiene en cuenta el surgimiento del deseo de tener el hijo, el desarrollo de su relación sexo–afectiva, el nivel real de implicación y participación por parte del padre, etc. 2.– La orgonterapia prenatal que incluye: a) El trabajo de la Vegetoterapia prenatal, tanto en sesiones individuales como de grupo. b) El uso del Acumulador de energía Orgónica (Or.Ac.). c) Importancia de la sana alimentación. La ingestión, por parte de la futura madre, de vitaminas naturales, productos fuertemente energetizantes, desintoxicantes, etc. Así como la recomendación de medicinas energéticas (como la acupuntura o la homeopatía) en caso de necesidad, como sustitución –siempre que sea posible– de la medicina alopática, más debilitadora del biosistema energético de la madre. La Vegetoterapia (breve, como resultará obvio) de la madre, en sesiones individuales pretende conseguir: – Favorecer su capacidad de Contacto Orgonótico. – Explorar sus sentimientos inconscientes y conscientes hacia el O.H.I. ayudándole a recuperar la expresión emocional para evitar serias repercusiones en su temprano acorazamiento. “Parece que la prevención más segura sea la de hacer expresar a la madre los sentimientos ocultos hacia el feto, pues es potentísima la energía ligada a las emociones escondidas” (Silvert, 1955). – Tomar conciencia de sus propios conflictos relacionados con su madre y poder evolucionar hacia la “función” de su propia maternidad. – El desbloqueo (a lo largo de los siete segmentos descritos por Reich) muscular y caracterial de sus principales zonas de tensión, con el fin de restablecer su equilibrio vegetativo y aumentar su pulsación plasmática. En el estado de embarazo la mujer atraviesa cambios muy particulares, como ya hemos ido viendo. Su mayor sensibilidad y vulnerabilidad, así como el aumento de su capacidad perceptiva, y la gran movilización energética que se está produciendo en su estructura corporal le posibilitan un considerable debilitamiento de sus resistencias más tenaces y la hacen susceptible de una mayor y más rápida percepción de sus estados emotivos y de sus sensaciones vegetativas. A partir de la experiencia con la Orgonterapia en mujeres embarazadas se puede constatar que: a) Están más próximas a sentir su cuerpo y los procesos y cambios que en él están ocurriendo. b) La agudización y reactivación de conflictos infantiles, unida a la conciencia de necesitar ayuda (debido a la invasión de dudas, temores, angustias profundas , mayor dependencia...) favorecen que el contacto con la figura del o la terapeuta adquiera más rápidamente que en sujetos en estado normal, una intensa calidad de vínculo terapéutico. Hablamos de vínculo, y no de transferencia, sobre todo en una primera parte de la terapia, porque hemos podido verificar, tanto en la cualidad de la relación con la terapeuta, como en la evolución misma del proceso terapéutico de la embarazada, grandes similitudes al efectuado con la persona psicótica. c) Sin dudar de la eficacia de la intervención terapéutica sea cual sea el sexo del profesional, verdaderamente la terapeuta mujer en el trabajo con las embarazadas, puede llegar a favorecer el contacto de la paciente y la entrega y aceptación de sus sensaciones de manera particular. Recordando una frase de una paciente embarazada en su segunda sesión de vegetoterapia: “me encanta darme cuenta de que tú también eres madre y que tu cuerpo y el mío son iguales, saber que tú sabes qué noto en mi vientre, y todo eso”. En otra ocasión una mujer con una estructura borderline y con rasgos caracteriales masoquistas e histéricos, decía: “Cuando llego a la sesión vengo algo nerviosa, hasta que me tumbo, me tocas la cara, el vientre, empiezo a aflojarme y me doy cuenta de que lo que quiero es que me des calor con tu cuerpo, meterme dentro de ti, entonces me siento contenta, pienso que mi hijo está dentro de mí y yo le doy calor, por eso me río”. En efecto, esta mujer, al rato de conectar piel a piel con el masaje reichiano en la cara ejerciendo presión en sus oídos, y sobre su tórax y diafragma para favorecer su respiración... cambiaba de color, de pálida a rosada, aumentaba su calor corporal, comenzaba a sonreír y a inspirar profundamente. d) Resulta, en una mayoría de los casos, de gran utilidad terapéutica para la mujer, la continuación del proceso de terapia personal iniciado en el momento del embarazo al finalizar éste y muy frecuentemente es ella misma la que lo solicita consciente de que ciertos problemas suyos pueden repercutir sobre la crianza de su hijo. En el trabajo por segmentos generalmente nos encontramos: En el primer segmento (ojos, oídos y olfato) problema de contacto limitado o ausente, de falta de aceptación de la realidad y los sentimientos. En el segundo segmento, la boca, situaciones depresivas y de fuerte rabia oral, ambivalencia afectiva, dependencia excesiva. El bloqueo de cuello y alto tórax condiciona la imposibilidad de abandonarse a las sensaciones corporales y tiene mucho que ver con el dar y el recibir y el abrirse a la experiencia del parto. En el trabajo con el tórax es importante fortalecer el yo y la libertad de elegir, y rebelarse, afrontando el miedo a la soledad que está en la base del bloqueo afectivo. La rigidez del carácter de las personas con bloqueo torácico encuentran serias dificultades para tolerar los cambios y el “desorden” que el nuevo hijo/a traerá a sus vidas. Asimismo el desbloqueo torácico acompañado del trabajo con el primer segmento sobre todo, y siempre dentro de una perspectiva de interrelación funcional de todos los segmentos se verá favorecida la función de la lactancia. El bloqueo diafragmático es responsable de la respiración inhibida o deficiente. Su movilización pone en juego muchas y muy variadas sensaciones relacionadas con segmentos anteriores y posteriores. Al conseguir abrir más la respiración y que el diafragma pierda parte de su tensión, surgen claras sensaciones vegetativas de corrientes, hormigueo, calor... y en el caso concreto de la mujer embarazada, una mayor sensación de órgano (percibe mejor su útero y su zona genital, la existencia viva del feto y la afectividad que les liga a éste). Hace poco una joven embarazada y con una contracción diafragma–pelvis considerable, decía: “noto como si un tapón que me congestionaba aquí (tocándose su zona diafragmática) se hubiera disuelto, es una sensación de libertad que no conocía. Da gusto llenarse de aire y siento lo bueno que debe ser esto para mi hijo”. La inspiración profunda, que culmina en una espiración completa y sin “escalones”, acompañada de un “¡ah!” placentero, desde la garganta hacia el diafragma, hasta resonar en el abdomen–pelvis abriendo paso a la posibilidad de apertura pélvica tan importante para el parto. Por último, el trabajo con la pelvis, donde encontramos fuertes tensiones (glúteos, aductores...) relacionados con la inhibición de las sensaciones genitales, el miedo al castigo por su sexualidad. Es de suma importancia ayudarle a aceptar sus sensaciones, a integrar la función sexual dentro de su personalidad global. Poco a poco, los actings relacionados con la pelvis van disolviendo tensiones y temores relacionados con su sexualidad y la función misma de “parir al hijo” que lleva dentro, y sin retener su espiración, va abriéndose a sus sensaciones. La importancia del trabajo en pareja (y en grupo) radica, en que es de sumo interés que el padre se encuentre incluido completamente en este viaje hacia el descubrimiento de las sensaciones profundas y, que él mismo pueda percibir sus sensaciones vegetativas y sus emociones infantiles y hasta qué punto estas condicionan al adulto que hoy es. Por otro lado, la “pareja embarazada” la componen él y ella y la existencia acorazada o no del compañero de la mujer, su capacidad de contacto y de comprensión (más allá de lo intelectual), su respiración inhibida o completa, su disponibilidad para darse o su hermetismo, su bloqueo afectivo o su libre expresión emocional, su sexualidad en un sentido u otro, etc., interactúan de manera constante con el organismo de la mujer embarazada en el triángulo afectivo. Hemos de destacar, también, que tanto en el embarazo como en el parto y lactancia, la función del padre de ayuda física, apoyo, comprensión y desculpabilización de la madre, de “amoroso compañero” ya que hace posible que ésta renueve día a día su capacidad de dar sin límites a ese hijo que ambos aman. Todo ello es tan importante que el padre que llega a darse cuenta de esta realidad y la asume en sus manos vive, él mismo, la experiencia del embarazo, parto y lactancia de manera comprometida y apasionante, madurando día a día. La utilización del acumulador de orgón (Or.Ac.) con la mujer embarazada fue utilizado por vez primera en 1944 por Reich, su inventor, con buenos resultados. Es un instrumento complementario en la profilaxis prenatal.(ver Reich 1951, y De Meo, 1989) Los beneficios que reporta son grandes, ya que previene, restablece y ayuda a la pulsación plasmática del biosistema. Además en el embarazo, su aplicación incide directamente sobre el biosistema del O.H.I. “El acumulador de energía orgónica es un instrumento esencial en la asistencia obstétrica. Con su uso diario es ayudada la pulsación plasmática y la desintegración T, puede ser superada” (Silvert, 1955). Aconsejamos a la embarazada el uso del Or.Ac. al menos dos veces por semana (limitación real, pues no contamos con acumuladores para poner a disposición de cada sujeto), y los resultados apuntan, en general, a un aumento del bienestar subjetivo, desaparición de anemia (en casos con este problema), ligero ascenso de la temperatura, y sensación posterior de optimismo y vitalidad. Su uso es recomendable sobre todo en el caso de mujeres hipoorgonóticas, con estructuras psicóticas, pues en estos casos, como ya hemos dicho, el O.H.I. corre el riesgo de no obtener suficiente carga energética para su estructuración biofísica. Siendo, además, necesario, permanecer en él por un periodo más largo de tiempo.
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